Hicimos el amor (un poema)

Hicimos el amor (un poema)

Ayer mi musa y yo hicimos el amor
Ella me amó con pasión
Me sacudía
Con la fuerza de huracanes susurrados al oído
Palabras dulces, tiernos sin sentidos

Lluvia de rocas que alborotaron al mar
Y le quitaron su sereno aire tranquilo
Devolviéndole locura
Agudizando sus sentidos

Ella me emborrachó
El licor de sus caderas,
De las manos me tomo
Vendó mis ojos
Y en un siniestro,
pero dulce juego
me condujo a su jardín

cataclismos sudorosos
empapados de miel
si, de ellos yo bebí
en aquel bosque de rosas
me perdí

la lluvia tierna de sus ojos
agraciaba la tierra que florecía
con cada una
de sus miradas dormidas
que ella disparaba a mi alma
me hirió
y sus cañón de gran estruendo
penetró mi ser

nos colamos
en nuestra versión del cielo
nos tomamos de las manos
y seguimos en ascenso

todo parecía volar
con lentitud de reloj
que se olvida de su amo
para conceder a este
extender sus manos
mas allá de sí mismo

ayer hicimos el amor
mas hoy dormimos los dos
nuestros cuerpos entrelazados
son evidencia del evento pasado
mas no relegado a la memoria
de un tiempo olvidado

de aquella sublime guerra
no hay cansancio
solo dos volcanes que duermen
sabiendo que muy pronto
estallaran en coro divino otra vez
al juntar sus almas de nuevo

y como fruto
de nuestro cadencioso amorío
el de mi musa y yo
resulto un hijo
un bebe
infinitamente hermoso
mas allá de vanidades
y tal vez
cayendo en poco
en el error
de amor de padres
un sublime retoño
de flor universal:
Un poema